miércoles, 3 de agosto de 2011

Hito

El silbido viejo canta como susurrando el aire que agudo transforma los recuerdos en suaves corales de un veneno maldito. Flota receloso por entre los ojos aguados, perturbados por esa masa sin forma, esa masa que pesa y sopesa la triste realidad lejana. El silbido anciano, el sesentero, baila y acompaña. Por entre praderas desiertas retumba el negro verso altisonante, la belleza feliz y tranquila, la pradera desierta. 
El silbido de blues, de country, de jazz... 
Llama tranquilo a la tranquilidad, lame resuelto la cocina oscura, la silla delante, los dientes escasos y sucios. Paseante no hay paseo, se hace el paseo al silbar. Y sigue poco a poco, guiando al viajero.
Y se escucha a lo lejos, se escucha el Llano y se escucha melódico el olvido popular que de la ancestral batalla sólo se hundió un poco más.
Desaparece tranquilo, sin alzar la voz, sin escupir más aire vivo. Desaparece como llegó, resumiendo, trasluciendo, besando en una sola historia los miles de pasos acústicos que hacen la percusión de esta canción. Ya insonoro, se siente sólo el aliento caliente y maloliente.  

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