No será tu boca la que roce los párpados de mi polla
ansiosa,
No es la raíz de tus sueños que desgarra mi locura abierta
Ni las ranas de tus palmas que te acompañen viciosa.
No es el ayer el que maquillará tus ojos de experta.
Sino la desesperación de mis brazos que aturdidos no tienen respiro. Sino la vez que te ví desnuda, por error, en
mi cama, la leche de medianoche, las borracheras ardientes que me obligan a abrazarte
en la profundidad del alma. Serán los troncos inertes, los injertos de mi
lengua en tu boca, los pétalos del rocío sobre un manto de llanto, de llano
platino en las mañanas de agosto. Los recuerdos dantescos, los ojos abiertos de
un abrazo a pelo con mi polla en la mano. Será el resurgir de mi piel cristiana
aullando a la luna con mi garganta desgarrada, el océano bendito del rezo de la
madrugada en que camino sólo, pescando en las estrellas tu cuerpo, pescando pensamientos
en el puerto.
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