lunes, 5 de agosto de 2013

25.Holiday in Spain

Una noche clavada en tus ojos que amanecen en los míos, que hacen cantar a destiempo los gallos perdidos en la ciudad. Una noche con alguna sartén en el cielo, una osa y un polo enorme que sabe a kiwi. Como en los viejos tiempos te dejas llevar por un momento con resortes en la conciencia, un trozo de cactus en la nalga derecha, la que aprietas.
Las manos de Hera entre las mías enormes que acarician como un ciego, memorizando cada centímetro de piel, cada arruga de tu sonrisa contenta, de la paz que gobierna con olor a mar y el terrible miedo al tiempo, al amanecer amenazante, que nos avisa, que no nos juzga pero nos mira desde arriba, desde una ventana temible entre columnas y helechos colgados y olor a hierba y albahaca.
Los recuerdos de la arena en el zapato, de la necesidad de abrazarte otra vez y ya no soltarte.
Que la brisa de la mañana toque otra vez esa canción cuando los pájaros todavía duermen, preparándose para la tormenta de calor y sudor.
Se hizo de tormenta mi amor y no tienes que repetírmelo, no debes repetírmelo, solo mirarme con ojos enormes, con dolor e inconsciencia.
Ahora sólo quedo yo que ya no miro al infinito, ahora soy solo yo el sudor, solo yo el malo que queda escurriendo las reses pérdidas en las horas que ya no paso contigo.

Siempre será un recuerdo, siempre será otro momento que ya, como esas golondrinas, no volverá.