domingo, 29 de julio de 2012

Esas manos


Fui tocado por manos enormes, manos desmembradas al sol,
Fui tocado por dientes afilados en las puntas de los dedos,
Manos que resbalaban sobre mi frente inclinada,
Manos que aprietan rugiendo y expulsando la emoción en su dureza,
Manos que me guiaron, colocándose hacia allá arriba,
Suaves trocitos de cielo que alguna vez con alguna palabra me animó,
Insolentes que sobrevolaron con rapidez mi órbita y acabaron como un balazo en mi cara,
Amigas en mis hombros, putas en mi culo, sudorosas en mis labios,
Hambrientas en mi boca, tristes secándome las lágrimas, oliendo a atún y cigarro,
Felices sujetándome el sillín de la bicicleta y viéndome partir con viento y orgullo.
Pero solo las tuyas me tocan el pelo y me duermen, la cara y me revive, solo las tuyas me llevaron de arriba abajo, por montañas y arroyos, calles desérticas y avenidas soleadas por puro verano y frías de puro hielo, me dieron las medicinas siendo placebo ante tu brujería, que me acunaron, me acariciaron cada mañana y lo harán hasta el final de los días, solo esas serán dueñas eternas de mis lágrimas, dictadoras del sentir, serán la deuda a seguir.  
Solo ellas me dieron vida y hoy teñidas de maravilloso conocimiento me adormecen entre sus brazos con la fuerza que solo ellas tienen, me cantan una nana para olvidar esos ojos que no son manos y que dejaron de ser míos y esquivan el dolor manteniéndome en la más hermosa de las vidas.

viernes, 27 de julio de 2012

lunes, 23 de julio de 2012

Jaimito el "bueno"


Eran las 6 cercanas a las 7, la hora sexi del día,  cuando la luz agrada a las gentes, remueve arrugas, adelgaza nalgas, estriñe pechos y le da ese aire de rey de España, pinta su barba de rubia, y refleja de rayos rosas sus ojos verdes. Lo sabía, y aprovechaba  cada momento de estos fantásticos minutos mirando cual perro que no ladra los sexos madrileños. Estos eran puro placer, placer revocable e infinito, placer de muecas, de gemidos, de curvas, de la suavidad de una caricia, de pieles rebosantes de sol acomodado, de la incapacidad de volver a verlas. Alguna cayó, seguro.
Una vez despachada, rugió el ego aplastado. Se miró al espejo y con la erección mantenida corrió a lo largo del apartamento ruidoso tocando el techo con las palmas y creyéndose por fin digno de este mundo.  Esto se repetía con cada conquista, con cada paja vespertina, cada imagen podrida de sudores y rencores apagados con la fuerza de una cadera que iba a hacer daño,  de compostura perdida.
Salió y sin dejar de mirarlas tomó asiento cerca de la salida del tren. Justo en frente, a su derecha, posada contra el crista,l se regocijaba de su belleza y mojaba sus labios con gotitas minúsculas de perlas de su boca, una joven. Sus ojos claros rivalizaban con el moreno de su piel, sus manos, dignas de un héroe, parecían provocar en él sus mayores deseos, su ansia de querer, su padre de familia, su corazoncito encogido de tanta bestialidad.
Esta lo miró y como dado por hecho este rechazó la mirada con un movimiento nervioso y miedoso hacia su ventana. Nada era cierto, no podía  osar mirarla, pensar en hablarle, soñar con besarla, rogar por tocar la uña que la une con el mundo, su mundo.
Quería ser otra vez el mismo, pegarle con cada palabra y enamorar sus sucios pensamientos enlazándolos con los suyos propios.
Se levantó, se fue. Con una miradita castigo su falta de valor y siguió paseando su figura por el andén despavorido de tal belleza.
Se sentó a su lado otra chica, pasable, de caderas un tanto pasadas y con cara de muchas camas pese a su evidente inocencia. Chica de poco valor para decir que no, acomplejado ángel moderno con una madre que ruega a dios por la seguridad de los condones. Con tres bromas y dos miradas se la llevó al baño del tren y pagó el error crucificándola contra el váter y huyendo al acabar. Se bajó en la siguiente estación y esperó, regocijándose de su venganza, el próximo tren.
A la media hora, camisa abotonada hasta arriba, peinado cual señorito, bendijo la mesa rectangular poblada por su enorme y fina familia. Los niños lo besaban y jugueteaban con su pariente. El “bueno” para los más mayores, el “mejor” para los más pequeños. Así era. Ni gota salía por su boca. Amén dijeron todos. 

domingo, 22 de julio de 2012

Arcángel


Quiero decir lo más bonito que salga de mis dedos puntiagudos para que tus ojos lloren del dedal que me puse, que tu saliva rebote de labio en labio suspirando e hinchándote entera como esa enamorada. Querría decir alto y claro que la risa no fue lo mejor que recibí,  fueron las ganas de vivir sabiendo que el amor estaba ahí, que existe y que no me equivoqué de vocación, que cantarle a la vida no es la única razón, también está tu cuello que melodioso susurra el amor y vive de pasión. Decir que de momentos vivo y una voz llora tras de ti, la conciencia de haberte querido, el ángel de la muerte siendo el simple portavoz de tu palabra, de mi agradecimiento eterno al cielo por haberme dejado, no más que un momento, rozar tu pelo con el mío, perder mis dedos en tus cigarros, aprovechar la saliva que sobraba, oler el perfume que emanaba tu sonrisa humeante de palabras que de tiernas sonaban a algo así como amor. No nací para morir contigo, sino para que imágenes tuyas acaparasen mis últimos segundos en esta tierra. Didn't I, my dear?   

Gabriel


Sentí los pies deslizarse sobre el colchón pegajoso, el colchón manchado, ensangrentado de historias cubiertas por las sabanas sudadas de grasa y rencor. Sentí como me dejaba llevar, las hojas despertando en su polvo con el viento las cortinas excitadas por el calor de mi cuerpo.
Los minutos clavados me levantaron y recordaron la simple tarea que tocaba. Me duché pero no me lavé el pelo para que las gotas se deslizasen sin rastro. Me peiné, raya al medio, lavé los dientes y vestí como el que sabe que esa ropa le acompañará de por vida en su memoria tildada por la magnitud del acto.
Comí poco, me miré al espejo y de la figura escuálida de en frente reconocí mis ojos tristes. La barba y mi sonrisa poseían ya al muerto venidero, el estertor de sus pulmones vaciándose ante mi mano rompedora. Me gustó la idea. Sonreí más. Salí dejando un portazo tras de mi.
Caminé todo el largo del camino, el sol desaparecía mientras el frío entraba por mi chaqueta de piel de cordero, el viento helado paralizaba mis gestos asesinos, mi mente congelada se asfixiaba con cada paso.
Llegué al portal, saqué un cigarro que sujetaron mis labios temblorosos. El ruido de la piedra me recordó que iba a matar, el ruido del portal echó mi cigarro al suelo y al caer y esparcirse la ceniza, mi cuchillo se clavó en el centro del pecho haciendo rebosar de gritos su boca cerrada por mi mano. Derecha izquierda y arriba abajo, mi arma clavada escupía chorros de sangre fresca y negra, sangre aromatizada por el perfume que de su cuello emanaba. Rojo de vergüenza y muerte desaparecí por el callejón que me vio renacer, del callejón empapado por mi ira suculenta y traviesa.

jueves, 19 de julio de 2012


Entender al poeta que llorando palabras, pedía a dios muerte indolora para olvidar así el tedioso recuerdo de sus ojos de legañas y vicios, entender que llorar de amor no es sino el principio del más duro final que tus hombros puedan aguantar, entender las voces roncas que de muertas suenan a amor, cuando entenderte a ti o a ella parecía sencillo y resulta es el arar del campo abierto de mis sueños. Entender que es una mierda, entender el olor solitario de esas noches que de sexo se metamorfoseaban en años, es el simple recuerdo de haberte tenido. Las palabras no queman en mi boca porque tu saliva sigue intacta zigzagueando entre mi lengua. Y cuando por fin las horas marcaron el momento de amarte, entonces la hora desapareció y se convirtió en la más remota y dolorida flor que alguna vez creció del rojo atardecer que son tus mejillas y sus estrellas en verano. Siento cada uno de los momentos que sin existir, cabían enteritos en tu cabeza enamorada, al igual que siento la brisa trayéndome mosquitos moribundos hasta dejarlos caer en mi mesa acostumbrada a ti.

domingo, 8 de julio de 2012

Gran Noche

Los ojos irracionales cerrados por el peso de la agresiva maniobra de extinción, motiva con cada paso una conversación, las bocas chorreantes de la saliva sobrante, de ríos formados ante nuestros ojos en camisolas de baño traspuestas a noches borrachas. Presión en el pecho que florece cuando la razón nos evita, tintados los dientes de farolas con cafeína, cocaína y si apuras, restos de bebés que se multiplican odiosos en nuestros sueños. Surge la dialéctica en un debate inútil que vamos a intentar llevar a una sangrienta guerra de adjetivación barata con Ares paseando sobre el cielo azul oscuro de la noche clarificada por la indiferencia. No son más que voces chillonas aplicando nuestros conocimientos, caros y amargos recuerdos que de vez en cuando exigen el protagonismo que una supuesta madurez les ha robado. Aplicación macabra de la palabra felicidad, rubor imbécil que aparece con tu sonrisa calcinada de tanto fuego que sale y entra. Simplemente noches arraigadas en pedantes culturas desaparecidas en esta gran masa uniforme que forma por gracia de Dios y el Espíritu Santo la vida mortal, pues la suya trascendió hace por lo menos 22 años.
Una risa inflamada, consejos de que todo va mal, advertencias claras que no son tomadas en serio, tenía que pasar y pasó en una nube de increíble realismo que hasta el más pedante de los conocedores de mierdas hubiese llorado de alegría al ver su cara reventada contra el suelo del solo cansancio de escucharte otra ronda más. Chupitos de argumentación en dosis tan reducidas que la camarera se ríe de uno, trozos de madera flotando por el Sena y que cada mil años, resulta, es un pez enorme, hinchado por el calor veraniego, pudriéndose ante los ojos divertidos de las masas sobre actuadas de la capital de la arena en el zapato. Pero bueno de que sirve derramar la figura sobre cartas aburridas, soplar la botella de Gin sobre la bañera en la que solo estás tu y no te provoca más que otro hematoma. De que sirve llorar las noches si mi llanto es risa en tus sueños, si nuestra realidad no existe ni existirá, de que me sirve mentirle a todo mundo.
Simplemente, para acercarme un poquito más a ti que esperas y esperas cada vez más impaciente...

domingo, 1 de julio de 2012

Ya


Un último cigarrillo raspa nuestra noche rallada de estrellas y oculta el sabor de la derrota, del desamor, quizás melancolía. El haber perdido la batalla del ego, habiéndola ganado por goleada, permitir al rival, tan amado, que se lleve la impresión de superioridad, que me crea caído cuando aplastarla fue todo lo que hice… El humo habla pero oculta más, los tragos son amargos, las despedidas son solo el bendito principio, el anhelado, la página que aunque no nueva, si necesaria. Pasan los años y no son pronto, la realidad a veces se hace esperar y entre nota y nota pequeñas ratas escalan por tu pierna mordisqueando esos pelos de idiota, dando a la imaginación la sola libertad, que flota y flota.
No hay segundo ganado, la realidad pisotea la masa inerte que se refugia y penetra legamente en las almas despiadadas. Los rostros con hambre que se creen infelices, los rostros rebosantes de grasas que se juran felices consumiendo así la mayor de las farsas, la pequeña mitad de la naranja que se secó con esos ojos paralizados, secos a su vez del viento helado que fue su aliento. Vuela lejos hasta los picos helados, no lloraré ni una injusta más y no por mal perder, sino por haberte dejado ganar. Hoy será el adiós que sin ser dulce, no es amargo, hoy raspa menos aunque hay más y los soles salen por donde ayer se ocultaron.