Querida,
Comienzo esta carta así porque imagino que le será querida a alguien, no a mí. Eso, cariño (aplique
usted la misma regla), lo sabe muy bien y me lo ha hecho saber a través de
numerosas cartas insultantes, insultosas suena mejor, pero no existe… una pena.
Déjeme decirle que tiene
usted una boquita muy sucia.
A raíz de su última
carta, la 36, que seguro recordará (la de “gusano violador”), me puse a pensar.
Empecé pensando, como es normal, en un gusanito que subía a una planta y zas
montaba a otro gusano con el salvajismo del que solo los gusanos son capaces.
Una y otra vez mi gusano desgarraba la ropa interior de gusanos y gusanas ante
terribles alaridos. Pero no había historia, sinceramente desconozco los
rituales sexuales de los gusanos y adentrarme en tales mundos asusta a
cualquier escritor novato.
Pero entonces me acordé
de otra carta, la 17 creo que era, en la que “la putrefacción de mi alma hacía
parecer al Diablo un buen católico”. Y entonces me vino a la mente una misa de
gusanos, todos arrodillados en una iglesia, con un pequeño libro a su lado, bien peinados,
bien vestidos, que luego salían y cogían sus coches enormes, Chevrolet’s y Ford’s en su mayoría, y se iban a comer en
familia un pavo enorme. Y seguí indagando, vi a esa pareja de gusanos, llevaban
casados 3 años, tenían un gusanito de 5 y una gusanita de 2, estaban todos
sentados en silencio mientras la madre iba reponiendo platos enormes de comida.
La casa tenía un gran jardín, con el césped más verde del vecindario (pese a
que el vecino le encantaba comérselo). El padre se iba a su despacho y hacia
una llamada. Cogía el coche y se plantaba en Manhattan donde bajaba a buscarlo
un precioso espécimen, era artista, llevaba una falda ancha que movía al aire
sin pudor. Se besaban largo rato y subían a beber y hacer el amor. El gusano
parecía más feliz que nunca.
Resumiéndole la carta querida, a raíz de esos pensamientos logré estructurar una historia, se llama
Manhattan, habrá oído hablar de ella (todavía espero su opinión al respecto). No sé
como agradecerle tanto interés en mi trabajo, así que le adjunto un cheque de
3000 dólares que será parte de la recaudación.
Siempre suyo,
Gusano violador.
Pd: Le deseo a usted y
todo el que lea esta carta, un maravilloso año entrante.
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