lunes, 7 de julio de 2014

Fiesta Nera

Negra, espesa, irrespirable, gruesa era esta noche que de recuerdos se convirtió en mi noche. El sonido de madera de Chopos imitaba una guitarra portuguesa paseando por escenarios acompañando vida y carne desgarrada. Pica el calor como esa piel que un día te conté, esa piel de sapo que rasgaba al tacto y se te tiraba a la cara y revolcábase  violenta en ojos y labios, vivía para derrotar las caras bonitas que la besaban con devoción y asustadas huían a casinos Italianos.
Y yo en esa noche pensaba, pensaba viajar cual Matía Pascual y descubrir la vida de principios de siglo, investigar, como Pirandello, si queda vida en este suelo, si queda alguna verdad que importe. Me encenderé un cigarro tras otro porque así me enseñó mi padre. Y veré huir el humo junto con la niebla que esta noche parece eterna y tan bella, que incluso veo tu sonrisa y tus ojos, siento tus besos y no disgustan.

A lo lejos brilla la ciudad entre las nubes bajas escarchando las vistas y se escuchan las fiestas del pueblo. El toro ya está en la plaza, voy bajando.