-Pero ¿Piensas en mi?
- Claro que pienso en ti. Pienso en ti hasta el punto de
preguntarme por qué coño pienso en ti. Hasta el punto de desvelarme y odiarme
por aún pensar en ti. Perdí gran parte de mi vida en un año, olvidé lo que era
no arrastrarse por la vida en una lucha de antemano perdida. Y entre tanto, pensaba
en ti.
-Y... ¿Cómo has pensado en mi estos años?
- Escapándome de la oscuridad para escribir, escapándome de
un pensamiento tras otro llegaba a ti, y luego, luego me refugiaba en mi tos
nocturna, en un cigarro y empezaba a teclear. He revivido mil veces el dolor en
mi cabeza, últimas palabras, parece mentira haber escuchado las últimas palabras
de quien más has amado, he repasado todo tantas veces que he caído mil veces en
nuestras conversaciones y las he vuelto a tener. Juraría que no han cambiado
una coma pero ¿cómo saberlo? He pensado mucho en lo que me alejó de ti, he
pensado mucho en mi. En el miedo al rechazo tan profundo que tengo ¿sabes?
Parece que no, pero siempre he tenido miedo a todo, o casi todo. La pregunta
siempre ha sido cómo sigo adelante, cómo sigo en pie. Y eso, seguir en pie, fue
lo que me alejó de ti. No sé si te lo conté alguna vez, pero de pequeño una de
las cosas que me permitió seguir en pié fue Hermes. El hecho que los ladrones
tuviesen un dios, todo un dios olímpico, hijo de Zeus, que se tiró un pedo para
escapar de Apolo, eso me ayudo a seguir en pié.
Pero de qué sirven tantos recuerdos, de qué sirve tanto
dolor. La semana que viene es otra vez San Lucas.
El mismo San Lucas al que miraba casi desde el suelo, el
mismo San Lucas que nunca me generó ese temor católico, cristiano más bien. Él
no tiene sangre por todas partes, no tiene estacas ni tiene flechas, él no
tiene cara de dolor ni de sufrimiento, sólo mira desde lo alto, cuida de su
rebaño con pasividad, inflexible a la vida, mirando y apoyándonos porque la
vida es perra, porque la vida siempre te da donde más duele.
-¿Y yo te dolí?
-Claro, aún pienso en ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario