jueves, 28 de julio de 2011

Clara Vida

Calurosas llanuras agrias de vida, perfectas alas planearon sobre la peligrosa estepa que dio en un paso el salto magno. Se llenó el sentir del tiempo fuera, del calor intenso que acompañó la niñez perdida y la avanzada bandada de mártires arados. Vacilaron las dudas y el pensar calló en un resoplar, en un bostezo dulce que aulló en mi oído las agresivas palabras de coloradas lanzas. Picaron las curiosidades y avivaron el fuego en una hoja de mango que pintó mi vida de un amarillo intenso. Siendo así mi vida sin sueños ni nostalgias. Se entendieron los miedos, se entendieron los sentimientos y los recuerdos unánimes. Las locuras, las pasiones animadas claritas, navegando callos y arrinconando al viento voraz.
Vi la libertad y vi las luchas, las muertes y la barbarie que la promueve y nutre. Flotando en tierra la sutil batalla por sentirse Venezuela, por besar la amarga y bárbara mujer llanera, escapar de nosotros y provocar el duelo por su amor, por batir en la cima nuestro querer desplazado. La salvia brota por tu senos, diosa, el sudor tiembla bajo tus caderas rotas.
Y se escucha ya a los lejos dos gallos luchar, dos egos que imperan ante la arena quieta, dos picos rociando la sangre por entre tus dedos. Jugando trazas la vida y la muerte y de entre los besos reluce el olor de las gotas poderosas.       

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