domingo, 25 de noviembre de 2012

6


La sangre cae delicadamente sobre las uñas que inertes dejan que se vaya, que huya del cuerpo que fue su hogar y creador, dejando el rastro sobre el frío que mata, sobre la nieve que recibe gotitas que forman charcos y mares enormes del rojo odioso, mares nuestros, súbditos del mal. Alguien te da la mano, alguien te quiere, alguien que lleva ese dios y lo sabe sin saberlo, alguien raro, que sufre demasiado porque su alma no es de hoy, porque sus labios son demasiado buenos, porque su llanto es sincero. A veces quiere hacer daño y no lo hace. No puede.
Me acuerdo escasamente de esa ciudad en la que estuve, locura fugaz, estampida enorme de pasión que me comió literalmente. Recuerdo tocar la ventana y que el rocío cayese en mañanas de noches en vela, de pensar en alguien que hoy no existe, sintiéndome culpable por no quererla, me acuerdo de cómo París es único, me acuerdo de enamorarme sin quererlo y obviarlo hasta que quemase lo suficiente para esconderlo al fondo. Recuerdo vagamente fumar y tomarme cafecitos, pequeñitos para que el bolsillo resistiese, contigo, y sentirme empequeñecer por tu puro sadismo, tu indiferencia cruel, tus manías sureñas. Me gustaba algo por ti, viví quizás por ti y me culpaste por ello, me castigaste por eso, sufrí por tu cristianismo exacerbado y hoy por eso te olvido . Pero a veces me acuerdo de París, y me acuerdo de ti. Tú que eres una sonrisa aristócrata, que eres unos ojos de diva, una boca que domina allá por donde tus vestidos vuelan y se escapan por poco a mis manos mal pensadas. No sé cómo te llamas, no sé porqué te quise ni si lo volveré a hacer, no sé si el faro alguna vez te volverá a alumbrar los ojos conmigo enfrente y con las mejillas resplandecientes mirándome otra vez, no sé si bajaré a verte o si subirás a verme, si acallaras mi dolor o seremos dos extraños más. Pero si sé que no hay puente, ni escalera, ni canal, ni película que no me recuerde a ti, que seas tú una y otra vez decorando con tu belleza París.
Y  ya cuando volví, la olvide, olvide los canales y los paseos, había que volver a la realidad. Y así, de nuevo, la olvidas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario