sábado, 19 de abril de 2014

Desde el jardín

Ahí donde me siento y me siento libre, escuchando el aleteo cercano de los pájaros y adorando la inmensidad del silencio que me dejaste. Claudican mis ojos ante el ronroneo de las flores, desaparecen mis miedos al tocar la tierra húmeda con mis arrugas secas.
Y cuando la noche se acerca sigilosa en su tres puertas, se abre la veda del croar de mi memoria y aparecen de nuevo tus ojos verdes sobre el iris del agua, sobre la piel descalza.
El fresco calla, los arboles miran, la selva entera permanece oculta y contraída, escondiéndose de la indiscreción de los engripados. 

Así que vuelvo adonde ya nada existe y me acuesto sobre el manta de rayas escuchando todavía la melodía del recuerdo.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario