jueves, 20 de enero de 2011

Guerra de lo agudo


En esta guerra de plegarias, en esta guerra de tinta derramada sobre arena rojiza, en ese sueño y en esa bóveda del terror, ¿qué nos incita? ¿Qué nos anima?

¿Entonces qué fue?
Fue un roce, un sentir y un padecer. Una sensación, de amplitud quizás, de arropar y ser arropado, de luchar por esos granitos en la memoria. De retocar vidas y salvarlas del olvido. Y a este, tragarlo temerosamente y evacuarlo en forma de lápida transcrita a un idioma degenerado, degradado y depravado. Recordar genios, vidas, anónimos, guerreros, malhechores, truhanes, curas, extranjeros, niños, adoptarlos por la memoria general y real. Llevarlos de la mano a las mentes crecientes, explicar que el amor y el odio un día se acercaron demasiado, se encararon y causaron el naufragio de un país agotado. Se dijeron Amanda, se dijeron Manuel. Basta y sigue, y los truenos se dejaban y los rayos se deshacían en la humareda.
Los charcos creaban riachuelos que se hermanaban formando enormes moléculas de sangre coagulada. Los animales se chocaban entre sí, desgarraban sus cuernos aterciopelados, rompían con estrepito sus blancos colmillos que a su vez llegaban a los huesos adversos con gran facilidad. Los pedazos se expandían por el suelo y se añadían a los restos humanos. Los insectos a su vez se mataban sin conciencia ni temor, tronaban los chirridos incesantes de los escarabajos, que mordidos, no se separarían hasta la muerte. Aparecía con espasmos, el canibalismo que entre ellos reinaba, la muerte globalizada. Y los hombres... los hombres simplemente se olvidaban de serlo, o se esforzaban demasiado por serlo, enseñándoles a las demás criaturas como alzar las manos para pulverizar al prójimo.
Creaban con cada amanecer una excusa para ser un poquito menos humanos, para dejar de existir y dar paso, simplemente a los pasos. Dejaban en el olvido los aullidos de los dioses, dejaban de lado lo que para ellos era destinado, y así poco a poco resumir, con enorme afán, la guerra de lo absurdo, la guerra de lo agudo.

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