jueves, 23 de mayo de 2013

21.

En tiempos de lejana Esparta se olvidaban las horas en imperdibles atardeceres, hoy cuando te veo se enmudecen los ojos de países inmensos, se retuercen los pétalos de un adiós, se derriten palabras que una vez tuvieron sentido, que fueron abrazos y hoy, se ahogan como aquel cantando en l’Olympia. Hubo un día en el que los recuerdos eran mis pasos que tropezaban con la arena, eran esas horas que me escondía y espiaba espaldas desnudas cayendome una y otra vez, hubo un día en el que fui lo que soy realmente. El tiempo mece nuestras noches, nos ahoga e imposibilita, nos hace olvidar los porqués, las rutinas… Impotentes acallamos las leyes de la naturaleza con noches enteras acompañados por Eros a tu lado. Invencibles, vencemos el olvido con besos carnosos, labios que te muerden porque otra cosa sería absurda e impensable. Rescatando así la humanidad con nuestra propia humanidad.

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