lunes, 28 de mayo de 2012

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Es el tonto motivado que habla por mí, que oculta con dientes color carne las sonrisas que quieren llorar, que me obliga hoy a escribir unas líneas que no provocan, que sacan a relucir voces que deberían haber muerto pero que siguen en una sola bacanal disfrutando del vacío terrible que llena los términos nerviosos de mi cabeza. Podrían ser las manchas de noches pasadas que tras mis orejas acampan y susurran las incesantes verdades de vidas difíciles de vivir.  Son temas recurrentes, son círculos viciosos, paisajes evasivos, amigos que animan, los que desaniman, es un futuro mejor, incierto, sabroso, al sol, es la vida que resurge mis cenizas, los extractos vegetales que me atacan, los recuerdos que se me olvidan, la vergüenza que siento al pensarte, los mosquitos que deambulan hacia el final cada vez más cerca, las moscas cojoneras, los pétalos que nunca caen, el humo de mi vista, los cigarros, que sí, me quedan por fumar.
Quizás sean puros sueños, no de esos que son cantados, hablo de los horribles, de los de verdad, de esos que te despiertan de pura felicidad, los que esconden la realidad al inconsciente para no sufrir más. Es el hombro al que llorar, es tu propio yo dándote animo, abrazándote con esos abrazos sentidos que te sacan el aire pecho a pecho, de los que no se enseñan, de los que solo tu amigo puede darte, los que desdoblan tu alma, el espejo que grita de alegría al verte, los que hablan contigo cuando nadie más quiere, los que quedan para siempre… 

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