Hoy lloro mis derrotas
que caen como palos entonados por clavos rojizos y afilados que apabullan mi
supuesta lejanía. Solo mis quejas oigo, solo el caer de las horas que retocan
el espejo desgarrado de maquillaje, solo un par de ojos ocupan mis horas, un par
de chirridos agónicos transcritos por mis dedos. El querer estar contigo y en
cambio estar solo, el no poder evitar hablar con alguien porque mis palabras me
acercan demasiado a tu recuerdo. La desgraciada soledad anhelada, la
inspiración tan dolida y absurda…
Los faros pasan
alumbrando mi ventana y arqueando una curva perfecta rodeada de barrancos intimidadores
donde te espero. El silencio, el inaudito, el que se escapa con pensarlo,
vuelve a mi cabeza derretida. Los tragos vacios, las bocanadas de aire en la
cara, los gemidos que son el ruido de esta noche, desvisten con una mirada la
luna y apuntan su desvergonzada silueta proyectándola en tu vientre desnudo. Y
aunque solo un segundo, quiero regresar a tus brazos y llorar escuchando esta
canción y viéndome sin ti y mostrarte mi inusitado querer, mi fidelidad pese a
todo, mis ganas de volar contigo hasta el rastrillo más perdido del universo.
En mi miedo y en tus faldas esta mi sufrimiento, en mi tos yace tu foto
desnuda, en mi inquietud pasea tu tranquilidad.
Nunca he querido hablar
de amor pero siempre me obligaste, siempre recé nuestras noches en estas
páginas y siempre como dije, fui agnóstico, ateo, anti creyente, paseante,
pesado, irritante, yo mismo…
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