Si supieses lo jodido que es estar orgulloso de rezos y rotos,
Si supieses que tu sola mirada mantiene mi mente en trozos,
Y si tan solo vigilases las noches en las que te busco,
Y si solo dirigieses la mirada hacia este kiosco.
Podrías imaginar, tan solo dejar a tu alma vislumbrar,
El dolor que causa tu sonrisa,
El terror que motiva tu pelo,
El pudor de tus piernas y el sudor de tus palabras…
Podrías rogar a profetas y probetas para que te enseñen,
En una lámpara dorada, las pesadillas de esos besos,
El sinrazón de mis noches
Y las lágrimas de la más inmensa soledad.
Podrías verme entrar por una puerta y preguntar que dónde escondiste los días,
Dónde mandaste a hacer esta vida que ya no es mía.
Y me respondería una vieja y guapa harpía, que en el jardín poseían
Una maquina de sueños que fue destruída y reencarnada en ti, querida.
Y que de la luz de la explosión, de una dulce y fina concha,
Naciste tu, dulce cruz.
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