sábado, 12 de marzo de 2011

Desde el jardín

Ciñe la frente, posa tus dedos en tus ojos cerrados, cansados, arrasados por reuniones pausadas, por sonrisas y otras drogas sin prescripción e igual de dañinas. Después siéntate, agarra un bolígrafo y escríbeme una carta de auxilio, o de lo que te sientas confiado. En ella deberás hablarme de mis sueños y de mi ilusión e ilusiones. Dime que existen, que las trabaje, que debo cultivarlas como un pequeño jardín interior, al que debo regar, auxiliarlo del calor extremo, del frio dañino, debo encontrarle el sol en el momento indicado y resguardarlos cuando las hojas me lo pidan. Un pequeño y hermoso jardín que con el tiempo tendrá flores de todos los colores, tamaños, nacionalidades e historias posibles. Hojas de diferentes tonalidades y texturas, pequeños arbolitos que irán creciendo y tomando protagonismo con sus troncos bien enraizados y su madera añeja cada vez más poderosa y rocosa. Habrá paredes llenas de trepadoras y enredaderas, de parchita y de viñas con damas de noche asomando la cabeza entre los tallos. Poco a poco la diversidad y la vida se irán apoderando del jardín, las aves vendrán a pasar el día y traerán nuevas semillas que irán germinando bajo la más humilde inconsciencia, y de nuevo nacerán otros naranjos y otros tulipanes y amapolas que perdurarán en la memoria y en los campos recónditos de la vida. Pero vendrá el invierno y las flores morirán y las hojas se caerán. Hay que recoger el jardín, hay que saber estar con él y acompañarlo, colocar un columpio o un pequeño invernadero para cultivar un poco de orégano u otro poco de salvia o ir preparando, con el afán más campesino, el huerto para verano. Hay que organizar reuniones y moverse en el jardín, nunca dejarlo solo en el frío y en el mal tiempo, acurrucarlo bajo las sabanas de la compañía. Entonces vendrá lo más bonito, los primeros pasos de la primavera, las primeras palabras de la inspiración, los pequeños bulbos que asoman hermosas flores lilas y blancas entre el pasto elevado. Empezarán a salir todas las flores, los rosales competirán, los jazmines alumbrarán la noche con su precioso olor, las madreselvas emergerán y rodearán los muros olorosos con su apasionada aparición. Las hortensias gordas y flameantes radiarán el claro de luna con diferentes colores. Serán noches hermosas bajo sauces y castaños, serán hermosos días de naturaleza viva, será la madurez de un jardín sin límites. En ese momento todo estará alineado, el romanticismo aparecerá por los muros  trepados y chocará con visiones extrañas y pensamientos mundanos. El jardín brillará con luz propia y dejará a ciertos individuos pasearse por sus innombrables escondites y caminos de tierra y piedras. Estos pocos momentos encenderán páginas de niebla y olores rocosos,  aclararán a la muchedumbre escondida tras los muros del jardín. Esté regalará al exterior pequeñas porciones de vida y permitirá ver claramente, bolígrafo en mano y los ojos bien blancos.

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