domingo, 3 de agosto de 2014

Tera

La ansiedad se refleja sobre el amarillo del camino hablándome despacio, así como me hablan a veces las cigarras y a veces los recuerdos. Esta ansiedad se manifiesta en mi como una nube de turbulencias en el aire, como un espejismo, como el agua dulce enfriando el mar. Las espigas altas y bizarras se tambalean en el tiempo angustioso formando en el paisaje milenario e infinito una capa de tierra malva que flota y vuela mi cabeza pérdida. Desprecio mezclado con la envidia inherente a los pasos humanos, colas flexibles que sobresalen entre los matorrales lamiéndose los labios y el sexo mientras me miran fijando sobre mis cuernos sus ojos puros. Y fumo uno tras otro, que remedio.

La rodilla caliente, violeta y perpetua. La levanto de vez en cuando, el sometimiento me hace daño pero atrapa, me guía, divino Dios que apalabraste mi vida, permíteme levantarme y dar un paseo sobre la tumba que crea distante la vida de bahareque y piedra. No te preocupes que el fin es siempre el mismo, la decisión es circunstancial y las palabras son tan complicadas como un ladrido, como un verso que maúlla y se pelea a las 4 de la mañana cual atrapasueños de turista. Y se escuchan de vez en cuando las notas del cigarrillo limpio fluyendo libre por los labios eruditos que luchan por hacerse escuchar y bordar así de poder y veneración la montaña de su ego. Pero se escuchan lejos, como un susurro en ese valle temible y verde, terrible, terrorífico. No te preocupes, lo escucharás, tarda, sabido es que el sonido viaja lento dejándonos el valioso tiempo de escuchar las imágenes en su lugar, tal y como son, vírgenes, únicas.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario