miércoles, 27 de agosto de 2014

Carta a una que quise (II)

Hola. ¿Cómo estás? No me reconocerás, pero soy yo, él. Mi vida sin ti es lo que nos separa hoy. Pero yo te escribo a ti que sigues siendo la misma porque vives en un sitio oscuro de pastizales enormes, de selvas impenetrables, saltando de mundo en mundo, de recuerdo en olvido. Pastas a tus anchas junto a mí, junto a ese que era y que ya no seré.

Y por eso te escribo, para darte vida y alma, para acompañarme en la soledad de un recuerdo que solo vive en mi y para no olvidarme del que fui. No es amor, es ternura, es una palmadita en la espalda, son ánimos. Me gustaría decirte que lo estáis haciendo bien, que eso que construisteis, es bonito sin importar lo que pase, que valió la pena el esfuerzo y el dolor, que los kilómetros estuvieron bien acompañados, las miradas correspondidas, los amigos borrachos y alegres. No importa el futuro ni nunca importó, los medios justificaron el final, sé feliz y campa sin temor en mi memoria que el olvido ya no ciñe sus garras sobre ti.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario