Estás destrozada, estoy destrozado, estamos todos destrozados.
Todo igual.
Leo palabras que
fueron las puntas de tu lengua, me siguen sorprendiendo, me siguen asustando,
que todo sea un sueño, que me despierte con los sofocos otra vez, que la
ansiedad me vuelva a llevar "pa bajo". Esas puntas son hoy las puntas
de mi pluma seca de no escribirte, son las puntas de no saber olvidar, las
noches en la que los grillos me enamoran cantándole, a mis oídos, tu nombre. Los búhos viven por la idea de tenerte, el viento quiebra silencioso las ramas
y mis brazos desahuciados por tu cuerpo. La dama de noche perfuma ahora las
madrugadas, esas que antes alumbrabas con tus pasos hacia mi cama. El jazmín
también te extraña, algunas noches lo oigo llorar y empalagarme con su aroma que como
tus labios, endulzan las escaleras que dan al patio.
Nada parece
importante aunque todo importa, todo renace con una sonrisa, un suspiro, una
caricia de una boca melosa y del jugo de tus ojos cada mañana.
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