domingo, 6 de noviembre de 2011

Que camino...

¿Y si es el corazón el que me pide calma, que no ve ni soporta ser parte del hoy ni del mañana? ¿Si es mi corazón el que me susurra paciente para que no lo haga, para que deje de hacerlo, mi hermano gemelo que espera a que lo escuche?
Sueño con la lluvia que caía sobre mis cejas inundadas, con que una voz cante un poema sobre mi acostado, desnudo, sobre el suelo frío de la muerte de cerámica. Dando palmas junto al chapoteo que es el helado viento removiendo los charcos del jardín huracanado. Es el anhelo queriendo nacer de mi boca miedosa y de mi cuerpo miedoso y tembloroso, estresado, eyaculado ya, blando, débil. Son los tigres y tigresas que expulsan a los guepardos que ya no tienen sitio en las nubes. Son los caninos maullidos de esas carcajadas intimidadoras de poderosas sonrisas e incesantes negociaciones con la vida y el alma. Es Lorca en su desesperada visión, es la minoría asustada siendo absorbida y aplastada por la minoría comegente de moda, son los cigarros que me quitan el aire, son las pesadillas ilustres que mueven mis piernas nerviosamente bajo los escritorios.
El recuerdo de Wilde, de Steinbeck, de Lezama, de Pessoa y sus alter egos y de Miguel Hernandez con un cañón en la boca.
Sin duda será Hermes que se esconde y espía, que sigiloso traza el camino dejando migas de pan sobre las piedras que hoy nos guían. 

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