domingo, 6 de noviembre de 2011

Desechado

Arrúgame y bésame, insúltame y bésame, mófate y bésame, solo quiero sentir dos labios que como trampolines quemen mis lagrimas demasiado visibles, quemen mi vida sin ti, teatro maldito e inoportuno, teatro vida, vida teatro que a oscuras riegas mi vida y la enardeces, la levantas, la magullas y me das el cariño que me aúlla desgarradora la madrugada fina… la concha perdida tras toneladas de arena, la Concha Espina tras pies sucios paseantes e indigentes. Sóplame la cara mojada, sube caracol maldito de mis piernas inquietas, salta sobre el trampolín mojado en el que bailo y siento, dime sin más que palabras cómo hacer para enterrarme en tablaos y beber el último trago del beso que me prohibiste. Y tú te dijiste cráteres que engordados por pesados y asustados meteoritos brillan y broncean mis tardes y mis poros vigilantes doran días y minutos y ocultan una noche de focos bien dirigidos, de senos parloteantés en tablas abiertas por tacones puteados, por zapatos migrados de piernas morenas y velas que chillan en cumpleaños. Desvalijé bambalinas y en un entreacto vacié una bolsa entera de sentimientos que tímidos reusaron al público, y volví estreñido a bancos públicos que hablaron, me hablaron del rio de la plata y de sus tangos, que me metieron la lengua hasta rozar mi alma encerrada y encerada por musgos gigantes de una tragicomedia como la vida.

El telón subió, o se desplazó, no hay dios que lo sepa, y ahí lloré de penas que por cinco minutos fueron mi muerte adelantada, fueron un acordeón triste, fueron un tigre rallado por dentro y liso por fuera. Fuiste tú que provocaste mis primeras lagrimas atildadas por el foco directo, fuiste tú vieja amiga aterciopelada que dirigió escenas maravillosas de esta mi vida, fuiste tú alargada figura de la amistad que enardeciste mi prosa y desechó mis penas una tras otra. Súbete y bésame, abrázame y bésame, mucho más, sientes más, vives más, lloras más y del saxofón y de los libros marchitos enloqueces en bailes inoportunos, como inoportunos son los sonidos del alma traspuesta a una radiografía con migrañas, y arañas, sin tela para cocer nuestro pasado.

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