domingo, 8 de septiembre de 2013

26.

Esclavo de la desidia, rey de la parálisis, atolondrada situación que supera a listos y bandidos, que me supera y te llama. Siento roer el líquido de mis axilas rodando sobre mis brazos esmirriados, sobre mi cabeza colgada. Y no puedo. Y quiero. De verdad quiero, y el que no me crea a la mierda. 
Es la infernal espera, es el inmortal reflejo de tus ojos que sigue persiguiéndome como castigo eterno sobre un castillo enorme de barbas y ciencias. Es la peste faustiana señores, a ver si se enteran, vivimos el desaliento divino sin siquiera darnos cuenta, es más fuerte y huimos, es claro y marchamos. 
Sobre caminos enormes de robles intercalados siembro un grano de arena, y lo riego, y espero ver crecer unas dunas interminables sobre el paisaje montañoso. Sobre la inmensidad del mar veo unos ojos y unos labios que carnosos me negaron el saludo, y sobre esa colina iluminada te veo a ti mirarme con adoración y me sorprende, la hora no ha llegado y el relámpago azul me cayó de pleno en la jeta empapada de lágrimas, en un continente de prestado, en un blog de pescado al por mayor. 


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